Es cierto que las hormonas influyen directamente en nuestro comportamiento además de provocar muchos cambios en nuestro cuerpo, y no sólo durante el embarazo, pero a veces achacarlo todo a ellas es un error, y una falta de empatía hacia nosotras, y hacia nuestro estado.
A lo mejor es un tema que causa un poco de polémica, puede ser, pero estoy un poco harta de oír cosas como ‘que seguro que estoy insoportable, como todas’, ‘que las hormonas nos tienen locas’, ‘que no hay quien nos aguante’, etc, y repito que sé perfectamente que muchas veces tienen la culpa (las hormonas) de nuestros días choff, de cambios bruscos de humor…, pero hay otros factores que influyen en mayor medida y que parece que pocos tienen en cuenta, o que no quieren ver aún siendo evidentes.
Siempre que me preguntan que tal lo llevo digo que bien, porque creo que para decir mal siempre hay tiempo. No quiero quejarme porque podría haber sido mucho peor, pero lo cierto es que estoy teniendo muchos dolores, de espalda y riñón sobre todo, dolores que hacen que no duerma y que no esté ágil y que me limitan y entorpecen mi día a día, hecho que me frustra y que inevitablemente influye en mi estado de ánimo.
Soy de las que digo siempre que estar embarazada no significa estar inútil, pero sí tenemos limitaciones, y quien diga lo contrario miente.
Las mujeres somos bipolares y unas lunáticas, el rollo de siempre, y en el embarazo las hormonas pueden hacernos soltar una lágrima sin venir a cuento en un momento determinado, o enfadarnos sin más, pero el dolor, la incomodidad, la falta de sueño y los cambios físicos son la mayor parte de las veces la causa real de nuestros días malos.
Somos el sexo débil pero cargamos en nuestro cuerpo con una vida 9 meses, una vida que pesa, que se nos clava en las costillas y no nos deja respirar, que nos patea y presiona los riñones, que complica nuestras digestiones, que no nos deja descansar adecuadamente…, y aunque algún día sea malo porque las hormonas nos traen de cabeza, antes de decir que ‘estamos insoportables’ hay que pensárselo bien, y sobre todo, tratar de ponerse en nuestra piel.