«Lunes, uno de los días más esperados. A primerísima hora de la mañana, y después de cargar bien las pilas, salimos del hotel para dirigirnos a la estación de trenes. Después de 10 minutos caminando , ahí está. Compramos la Cinqueterre Card como bien me habían recomendado (te permite subir y bajar cuantas veces quieras en el tren durante ése día) , validamos los billetes y adentro, nuestra primera parada nos espera. Nos acomodamos en el vagón y después de media hora habíamos llegado a nuestro destino: Monterosso al Mar, uno de los cinco pueblos que componen el Parque Natural de Cinqueterre. Bañados por el mar de Liguria, éstos cinco pueblos son…..diferentes, sí, ésa es la palabra, y cuando veáis las fotos lo entenderéis.
El acceso en coche está prohibido la mayor parte del año, la mejor forma de visitarlos es en tren, en barco, o caminando a través de los senderos que los unen.
Nuestra primera impresión de Monterosso es buenísima, un pueblo dividido en dos partes unidas por un túnel, lleno de luz, de color y de vida. De los cinco es el que tiene la playa más extensa y un paseo marítimo que lo recorre de una punta a otra. Caminamos a lo largo de él disfrutando de su encanto, después de un buen rato volvemos al mundo real y nos damos cuenta de que ése sólo es el primero de cinco, ¡debemos irnos!.
MONTEROSSO
Así mismo cogemos el tren nuevamente y bajamos en Vernazza. Vernazza es totalmente diferente a Monterosso, la calle principal, y la única, divide las casas que están agrupadas unas encima de las otras, colgadas de la montaña sorteando los desniveles del terreno. Al fondo el mar, y un pequeño puerto que nos regala unas preciosas vistas del conjunto. ¿Como un lugar tan tan pequeñito puede transmitir tanto?.
Maravillados, y después de admirar, y mirar cada rincón hasta con lupa, nos despedimos de Vernazza.
VERNAZZA
La dejamos atrás para dejarnos caer en su compañera Corniglia, el único de los cinco pueblos que no tiene acceso directo al mar. Nos hicieron falta 377 escalones para llegar a la cima, pero mereció la pena. Rodeado de viñas y con unas vistas increíbles del mar, Corniglia también es diminuto, pero está lleno de rincones en los que perderse. Volvimos a contar escalones, ésta vez diciendo adiós.
CORNIGLIA
Manarola fue la siguiente parada. Bajamos del tren y cruzamos un túnel hasta llegar a ella. Nos recibe un gran alboroto de gente y una plaza preciosa que pareciera un balcón mirando a la parte baja del pueblo. Las barquitas, las casas de adobe llenas de color, los tendales llenos de ropa decorando cada fachada y al fondo, otra vez, el mar. Manarola no tiene puerto en sí, en su vez tiene unas piscinas naturales que hicieron las delicias de más de uno.
Seguimos caminando hasta llegar al Sendero Azul, que comunica todos los pueblos. Desde allí pudimos ver, a lo lejos, Corniglia y tuvimos las mejores vistas del pueblo, que parecía una preciosa postal. Nos apetecía quedarnos más así que volvimos caminando hasta la plaza y nos sentamos a comer viendo como la gente iba y venía. Después de un rico plato de pasta y un postre exquisito, estábamos preparados para volver a la estación y visitar el último de los pueblos: Riomaggiore, mi favorito.
MANAROLA
Riomaggiore es un laberinto, más que los anteriores si cabe , donde las casas están amontonadas y construidas las unas sobre las otras dando el aspecto de una maraña de callejuelas y escalones que nunca se acaban.
RIOMAGGIORE
Cuando terminamos la visita de rigor, aún era temprano y se nos ocurrió la idea de visitar todos los pueblos desde uno de los barcos que hacen el recorrido entre ellos. Cogimos los tickets y planeamos la jugada, nos sentaríamos tranquilamente hasta llegar al primer pueblo de nuevo, una vez allí cogeríamos el tren y volveríamos a la estación de la Spezia. Así veríamos también cada pueblo desde el mar, sus siluetas sobre las montañas, las casas arropándose las unas a las otras…, y he de reconocer que si sobre el terreno los pueblos me enamoraron, desde el mar más aún.
RIOMAGGIORE
MANAROLA
CORNIGLIA
VERNAZZA
MONTEROSSO
Una hora después estábamos esperando el tren para regresar al hotel, queriendo volver sin habernos ido siquiera. Éste era un día muy esperado y sin duda, uno de los más bonitos y especiales del viaje. ¡Volveremos a vernos, Cinqueterre!.»
LA SPEZIA