El hecho de ser mamá primeriza a veces lleva implícitas ciertas connotaciones negativas, como si todo el mundo naciese aprendido y estuviera preparado al 100% para cada paso que da en la vida…
‘Éso te pasa porque es el primero’, claro que sí, totalmente de acuerdo, pero no hace falta que me lo digas con ése tonito irónico porque seguramente a ti también te surgieron mil dudas en su momento que un tercero tuvo que ayudarte a solventar, ¿cierto o no?.
La gente se olvida de que todos hemos sido novatos e inexpertos en multitud de ocasiones, y hemos tenido que caer y levantarnos mil veces para aprender y para salir del paso.
Ser novato en algo no es malo, más bien todo lo contrario, se abre una nueva etapa llena de aprendizajes, de errores y fallos, que marcará un antes y un después en nuestras vidas.
Ser madre primeriza es entrar en un mar de dudas, en un tornado de sentimientos, inseguridades y felicidad pero no significa que seamos menos listas, espabiladas o que estemos menos preparadas para afrontar lo que se avecina, simplemente, al igual que en muchos ámbitos de la vida, necesitamos un período de adaptación, de aclaración de dudas y de aprendizaje.
Si está en tú mano ayuda a ésa primeriza, no te rías de su maraña de dudas y recuerda que algún día tú estuviste en su pellejo.